sábado, 17 de diciembre de 2016

Más de 400 años de historia Presencia de las culturas Orientales en Cuba (1492-1923)

Japoneses


Estas son las influencias más destacadas, pero la mezcla cultural cubana no termina aquí. Hubo otras influencias pero mucho menos pronunciadas .Por ello, la avalancha de inmigrantes que ocurre en Cuba desde finales del siglo XIX hasta los años treinta del siglo XX, procedentes de Europa, Asia, Las Américas y el Caribe, no logra subvertir el grado de consolidación alcanzado por la nación cubana dependiente, hasta la segunda mitad del siglo XX, pero si repercute en la cultura cubana.

Ese es el caso de los japoneses.

Silenciosos, dispersos y asimilados en una gran cazuela nacional de españoles, africanos y chinos, los japoneses tuvieron y tienen en Cuba una presencia discreta, que ha dejado huellas en la agricultura y en la pesca.

Japón conocía de Cuba desde los tiempos coloniales mediante el comercio limitado de la Isla con Filipinas, territorio subordinado a España y situado en el sudeste asiático. El famoso Galeón de Manila arribaba anualmente al puerto de Acapulco, costa del Pacífico de México. Sus mercancías atravesaban esa tierra americana para de nuevo embarcarse hacia Cuba. Llegaban productos japoneses, entre ellos, obras de arte, abanicos de nácar y otras bellezas en porcelana y cristalería, muy populares entre las clases acomodadas.

Ya en 1614 Hasekura Tsunenaga visitaba la isla en misión diplomática oficial, siendo en primer japonés en hacerlo y comunicándole al emperador sus descubrimientos (Ortega, 2011).

Después de esto algún que otro príncipe japonés, presidiendo misiones comerciales, pasó por La Habana en esos tiempos y afianzó este tipo de relaciones; pero, salvo estas esporádicas visitas de alto rango, la inmigración japonesa llegó, siempre en pequeña escala, después de la Guerra Hispano-cubano-norteamericana, que afianzó el poderío yanqui directamente en Cuba.

La inmigración japonesa a Cuba comenzó en 1898, y mantuvo un flujo constante hasta 1926. De esta conexión entre dos islas de Asia y del Caribe surgió una comunidad de descendientes con experiencias comunes.

Aunque ya antes habían comenzado a llegar unos pocos inmigrantes japoneses que hicieron un acopio de dólares y regresaron a su país deslumbrados con sus dineros, el río inmigrante comenzó a fluir cuando los nipones pioneros y otros comerciantes de La Habana iniciaron proposiciones para contratar campesinos que vinieron a Cuba como cortadores de caña.

Así, espontáneamente, siguieron viniendo japoneses o eran traídos por sus familiares de acá, sobre todo en el caso de hombres que enviaban a su terruño proposiciones de matrimonio. Y las jóvenes decidían correr la aventura de la vida apremiadas por las condiciones feudales de su patria y la miseria imperante.

El núcleo primitivo de esta colonia debió surgir a la llegada de Y. Osuna a La Habana el 9 de septiembre de 1898 a bordo del vapor Orizaba, con planes de establecerse en la Isla, quien fue seguido por otros de su nacionalidad tales como Tomehachi Kobayashi y J. Ohira .En el censo de población realizado el año siguiente por el gobierno interventor norteamericano, aparecen registrados ocho ciudadanos japoneses, de los cuales siete eran varones y una hembra. Dos de ellos (un hombre y una mujer), residían en la ciudad de La Habana y 3 en la de Matanzas, mientras que los tres restantes radicaban separadamente en las provincias de Santa Clara, Puerto Príncipe y Santiago de Cuba (citado en Pozo).


Tiempo después Cuba establece relaciones diplomáticas con Japón, las que habían comenzado con el nombramiento oficial de 17 de julio de 1918, de una Delegación cubana en la nación oriental y el 23 de ese mes fue nombrado ministro de Cuba en Japón Guillermo Blanck y Menocal.


A principios de 1919 estaba establecida en la capital la firma Cuba & Nippon Trading Co. Ltd., con domicilio en O’Reilly número 72 (actual 458), entre Aguacate y Villegas, que bajo el título de “arte japonés“ comercializaba porcelana fina, tapices de seda bordados con oro y plata, sandalias y pantuflas, esteras, etc. El siguiente año, el 6 de agosto de 1920, visitó La Habana el crucero japonés Kasuga


La emigración japonesa a Cuba, que llegó a sumar unos centenares de personas, estaba compuesta básicamente por hombres, que formaron familia con cubanas, y se adaptaron a la dieta local, toda vez que muchos ingredientes de la cocina japonesa son imposibles de conseguir en la isla.

Esa asimilación estuvo también agudizada por la dispersión de los inmigrantes que, salvo excepciones, llegaron a 13 de las 15 provincias actuales de Cuba.

No obstante se registraron algunos intentos de agrupamiento. Después de 1914, Kogawa Fujishiro formó una Asociación de Productores en tierras del central azucarero Constancia, en la actual provincia de Cienfuegos.

En 1920 varios inmigrantes integran otra agrupación para cultivar la tierra también en Cienfuegos, mientras que otro grupo se dirige a Islas de Pinos, una ínsula poco fértil al sur de La Habana y en ella los japoneses formaron las primeras cooperativas de producción agrícola de que se tenga noticia en Cuba, e introdujeron el uso del abono químico.

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