martes, 27 de diciembre de 2016

Recesando trasmisiones


 Bueno chicos y chicas, se acerca el fin de año y con ello una pausa.

No se preocupen, el 2 de enero regresamos!!!!!

Prometemos varias sorpresas e incluso una pequeña muestra fotográfica, así que esperenla con interés.

Tengan todos un feliz fin de año y un mejor año nuevo.

Besos y hasta pronto!!!!!!!!

Nos vemos en el 2017!!

sábado, 24 de diciembre de 2016

Más de 400 años de historia II: Presencia de las culturas orientales en Cuba (siglos XX y XXI)

Japoneses

Pero hoy en día si hay una cultura asiática que está influyendo en el modo de actuar y de hacer de las generaciones más jóvenes es la japonesa

En el caso de Cuba a partir de 1898, y hasta 1998, se produjo la entrada y asentamiento de los inmigrantes de origen nipón a Cuba; que alcanzó su mayor cifra entre 1924 y 1965. En el año 2000 habían entrado mil ciento setenta japoneses originarios a Cuba. (Citado en Banco interamericano de desarrollo)

Por su parte, los primeros japoneses asentados en la Isla desconocían el español, hecho que, junto con su situación precaria, obstaculizó la emisión de documentos en este idioma. Peor aún, muchos no eran muy versados en la escritura de los ideogramas.

Los inmigrantes japoneses trataron de agruparse en los lugares de Cuba en que se asentaron. Durante las tres primeras décadas del siglo veinte cubano, los inmigrantes japoneses constituyeron cinco asociaciones: Asociación de Productores Japoneses, Sociedad Japonesa de Cuba, Cooperativa Agrícola de la Isla de Pinos, y dos sin representación oficial, presididas por Tomehachi Kobayashi en la Isla de Pinos y por Keitaro Ohira en La Habana . Los cinco grupos fueron constituidos enteramente por japoneses y funcionaron como sociedades de asistencia, instrucción y recreo, cuyos objetivos principales fueron proveer a sus asociados con toda clase de ayuda en cuanto a trabajo, tanto agrícola, comercial, u otro, así como fomentar la inmigración de otros japoneses y aumentar las relaciones amistosas entre Cuba y Japón.

Otra manifestación de las relaciones interculturales cubano-japonesas de esta época fue la presentación en Cuba de diferentes artistas como: el artista circense nipón Kokichi Shimizu entre 1911 y 1920, el pintor Mokutaro Kinoshita en 1939, y el pintor Tamiji Kitagawa en 1921 entre otros.

Pero el que más repercusión tuvo sin dudas fue la visita y exposición del pintor japonés Tsuguharu Forjita quien arribo a la Habana el 28 de octubre de 1932 cumpliendo con la invitación de Alejo Carpentier, Conrado Massaguer, Antonio Gattorno, Juan José Sicre y Armando Maribona. El artista realizó su única exposición en Cuba del 9 al 14 de noviembre a la que asistieron destacadas figuras del quehacer artístico y literario cubano de la época, entre ellos: Eduardo Abela, Enrique Caravia, Rafael Blanco, Juan J. Sicre, Loló de la Torriente, José Manuel Valdés Rodríguez, José Z. Tallet y José A. Fernández de Castro.

Las relaciones cubano-japonesas se interrumpieron entre 1942 y 1952 a causa de las acciones japonesas contra los Estados Unidos durante la II Guerra Mundial y la subordinación política cubana a este último. Luego del ataque japonés a Pearl Harbor el entonces presidente de Cuba Fulgencio Batista consideró a los ciudadanos americano-japoneses como enemigos de guerra y un peligro para la seguridad nacional a través de una orden presidencial.

Según Mompeller Vázquez, el 19 de diciembre de 1941, la Gaceta Oficial de Cuba declaró a todos los japoneses residentes en la Isla como enemigos extranjeros. A partir de este momento, todos los hombres japoneses que vivían en la Isla fueron concentrados en pueblos y ciudades específicas y luego trasladados y recluidos por la fuerza en el Reclusorio Nacional para Varones de la Isla de Pinos, también conocido eufemísticamente por Presidio Modelo. Las autoridades intervinieron todo su patrimonio y sacaron al resto de la familia de muchos de sus lugares de residencia. Esto produjo que muchas mujeres y niños quedaran desamparados, y hasta murieran. De los 350 japoneses que fueron a prisión, siete fallecieron en este período por diversas causas. Las condiciones de alimentación, aseo, atención médica, comunicación y visitas de los familiares fueron precarias todo el tiempo. Por si fuera poco, se prohibieron las reuniones familiares de los japoneses.

Los que no fueron a prisión, fueron obligados a llevar una existencia solitaria y en muchos casos, quemaron fotos, cartas y otros documentos en aras de esconder su identidad.

Luego de la rendición japonesa en agosto de 1945, los reclusos japoneses tuvieron que esperar hasta mediados del próximo año para ser liberados. No seria hasta julio de 1952, cuando Cuba ratificó el Tratado de Paz suscrito entre la Naciones Aliadas y Japón, que demostraba de esta forma, al menos aparentemente, su retorno a la normalidad.

Sin embargo, las relaciones socioculturales entre ambos pueblos trascendieron durante esta década. Tanto la Cuba como el Japón de mitad de siglo se mantuvieron receptivos y dispuestos al intercambio. Por su parte, en Cuba se produjo un auge de la práctica de artes marciales japonesas como el Jiu-Jitso y el judo, razón por la cual la capital cubana acogió la celebración del Primer y Segundo Campeonato Panamericano de Judo, en 1952 y 1956, respectivamente y en 1952 fue testigo del encuentro directo entre cubanos yudocas y los miembros de la Federación Internacional de Judo. Ya en 1958, Cuba contaba con ciento veinte cintas negra y alrededor de ciento cuarenta clubes de judo, distribuidos en sus provincias.

De igual forma, artistas nipones visitaron La Habana y tuvieron lugar experiencias conjuntas en temas como la cosecha del arroz, y el comercio.

Dos asociaciones se crearon y funcionaron durante la década: la Cámara de Comercio Japonés de Cuba y el Instituto Nipón Cubano de Relaciones Públicas. Aún cuando ambos grupos fueron constituidos y dirigidos por cubanos no descendientes de japoneses, se encontraron inmigrantes japoneses dentro de su membresía, que funcionaron como consejeros. Ambas se dedicaron básicamente a fomentar las relaciones comerciales entre compañías y ciudadanos cubanos y japoneses y al intercambio social de los mismos entre 1957 y 1961.

En Cuba se tradujeron al español y se publicaron los resultados de investigaciones científicas niponas sobre temas relacionados con el arroz, sus variedades, cultivo, enfermedades, entre otras; al tiempo que se mantuvo activa la relación por correspondencia de los estudiosos cubanos del tema para remitir preguntas, sugerencias, e ideas.

El béisbol también fue compartido entre cubanos y japoneses. El 1955, La Habana abrió sus puertas al equipo profesional nipón Tokio Giants, que compitió amistosamente contra el Havana Cubans. A su vez, un pelotero cubano conocido por el Chico Barbón jugó en la Liga Japonesa entre 1955 y 1966.

Esta relación continúa hasta nuestros días, pero incluye a partir de los años 70 un nuevo actor: el anime, elemento que desde la década de los 70, comienza a exhibirse en los cines de nuestro país. Este género irá ganando adeptos y popularidad hasta nuestros días.

Hoy en Cuba existe una gran la divulgación de información sobre el fenómeno del manga y del anime, mediante comunidades de amigos (como Onírica, Qubit, Disparo en Red, Estronia, o La Voz de Alnader), incluso determinados programas de la TV nacional, como Ciencia y Ficción. Pero la influencia más profunda esta en la aparición de jóvenes creadores que, bajo las convenciones estéticas del manga y el anime, han comenzado a retroalimentar la vida cultural de los cubanos de la Isla. Algunos de estos mangakas desde los estudios de animación del ICRT y el ICAIC han comenzado a dar a conocer obras en las que son reconocibles las convenciones estéticas del anime, por el momento en animados fundamentalmente dedicados al público infantil, como El frijol viajero, La Gótica de Agua, Yeyín y el cazador androide, o Nene Traviesa, entre otros.

viernes, 23 de diciembre de 2016

Más de 400 años de historia II: Presencia de las culturas orientales en Cuba (siglos XX y XXI)

Árabes


Pero el mayor desarrollo sin duda alguna lo alcanza en esta etapa la comunidad árabe.

El inmigrante que llegó a la Isla entre los siglos XIX y XX materializó un proceso gradual de integración en la nacionalidad cubana, de tal manera que en la actualidad su descendencia no se diferencia prácticamente del resto de la población. El árabe se fundió con el criollo, aprendió su lengua, se adaptó a sus costumbres sin perder la propia, se casó con las cubanas, fundó su familia lucho por el país como el suyo.

La huella árabe en Cuba es palpable en el arte culinario que se expresa en un gusto por la leche y sus derivados (yogurt, quesos etc.), y por numerosas plantas y especies traídas a América. Así mismo en el lenguaje es insospechada la gran cantidad de vocablos provenientes de la voz árabe como “aldaba”, “azulejos”; “jarra”, “cazuela”; “almohada”, “alcoba”, “sabana”; “sofá”, por solo citar algunas.

En correspondencia con el crecimiento de la inmigración árabe en Cuba y su establecimiento, fueron surgiendo varias organizaciones en diferentes localidades entre las que se pueden destacar La Unión Libanés-Siria de Bejucal, creada en 1928, La Sociedad Palestino Árabe de Cuba, surgida en 1929; y la Sociedad Libanesa de La Habana creada en 1930.

En la década de los años 30 se producen los primeros intentos unitarios de las asociaciones árabes establecidas en Cuba, así en 1931 surgió en la capital el Centro Al-Etehad que expuso sus propósitos de unir a los miembros de las nacionalidades principales. Esta organización tuvo como rasgo significativo que permitió la entrada de cubanos, quienes llegaron a ocupar responsabilidades en su junta directiva, siendo uno de estos el combatiente de las guerras de independencia Miguel Varona Guerrero.

En esos años también surgieron asociaciones con aspiraciones de género y fraternales como la Sociedad Damas Árabes de Cuba en 1932 y la Logia Chuada de Arabh (“Mártires de Árabes”).

En 1941 fue creada la Asociación Cultural Líbano-Francesa de la Habana y en Santiago de Cuba se fundaron la Sociedad Sirio Libanesa y el Club Unión Arábiga, en 1940 y 1945, respectivamente. Estas asociaciones tuvieron un marcado interés de promoción cultural, expresado en su activa labor social en la prensa escrita y radial.

Durante todo el período republicano destaca la amplia presencia de los árabes en las publicaciones periódicas y la creación de sus propios órganos de prensa. En la década de 1910 existió la publicación El Árbol del Líbano, después surgieron La Unión Árabe (1929), El Sable (1932) y la revista El Cercano Oriente (1945). Además los inmigrantes árabes contaron con espacios radiales como “La hora del Líbano” que se transmitió en la década de los años 1940.

Una característica de la actuación de la comunidad árabe en Cuba fue la constante atención a los problemas de sus pueblos de origen. De tal modo se fundaron asociaciones con el evidente objetivo de dar cabida al sentimiento nacionalista, así en 1918 en la Habana se creó un Comité para apoyar la lucha contra el dominio turco sobre los territorios árabes y en 1945 el Comité Pan Árabe de Cuba, en contra de la creación del estado de Israel en territorio Palestino.

Al triunfo de la revolución la comunidad árabe continuó su labor asociativa .En febrero de 1959 fue creada la Filial Cubana de la Federación Internacional de Entidades Libanesas. Tres años más tarde, en 1962, se creó la Sección Cubana de la Unión de Libaneses del Mundo.

En 1979 las sociedades árabes se unificaron en la Unión Árabe de Cuba (UAC), lo cual marca un nuevo período en el desenvolvimiento de los árabes y sus descendientes en el empeño de preservar y difundir los valores autóctonos y garantizar la unidad e identidad cubano-árabe, junto a la publicación de la revista El Árabe.

jueves, 22 de diciembre de 2016

miércoles, 21 de diciembre de 2016

Más de 400 años de historia II: Presencia de las culturas orientales en Cuba (siglos XX y XXI)

Coreanos

Otro grupo que empieza a despuntar en los últimos años son los coreanos. En 1921 incentivados por los rumores de la vida paradisíaca en Cuba, un contingente de 300 coreanos cruzó a la isla. De este grupo, solo el 40% había formado parte de la ola inicial que llegó a México en 1905, el resto lo componen nacidos en tierra americana de matrimonios entre coreanos y mixtos. Pero la dispersión geográfica en diferentes regiones de la isla y el aislamiento con respecto a otras comunidades coreanas de México o EEUU, hará que rápidamente pierdan la posibilidad de mantener vivas las antiguas costumbres y tradiciones a pesar de los intentos por transmitir el idioma e historia de Corea.

No es hasta el Triunfo de la Revolución Cubana que se inicia un acercamiento tenue que ha llegado a su punto más alto en estos últimos años.

Prueba de esto lo constituye la labor realizada por la Ópera de Corea del Sur, la cual visita La Habana de forma sistemática desde hace varios años y se presenta en el Teatro Nacional junto con algunos pintores, fotógrafos y otros artistas del país asiático .También se han presentado numerosos documentales cubanos en esa latitud.

Pero otros detalles también unen a ambos países: La biblioteca de la Universidad de Seúl lleva por nombre José Martí. Y entre la naciente juventud de izquierda coreana el mayor símbolo es el Che.

Una importante labor por el acercamiento de ambas naciones la ha realizado la Sociedad Cultural José Martí, quien ha fomentado la realización de diversos intercambios con ese país, a partir de los tres clubes martianos que existen en diferentes universidades coreanas. Aquí en Cuba se fomentó la creación de seis clubes a partir de descendientes coreanos. También ha invitado a importantes actores como Yoon Sang Hyun, protagonista de: Mi bella dama, un ejemplo de un nuevo fenómeno dentro de la televisión cubana: Las novelas coreanas, también llamadas doramas.

Estos productos han conquistado recientemente la atención y la curiosidad de un público cubano acostumbrado a los culebrones brasileños y decepcionados de las producciones nacionales.

De esta forma esta cultura vuelve a tener una influencia entre los más jóvenes que asumen palabras y comportamientos típicos a través de la llamada industria cultural.

martes, 20 de diciembre de 2016

Más de 400 años de historia II: Presencia de las culturas orientales en Cuba (siglos XX y XXI)

Hindúes

Otro grupo con una presencia menor en este periodo son los hindús. Aunque se conoce de su presencia en Cuba desde 1902, los grupos más influyentes comenzaron a llegar a partir de 1925, asentándose principalmente en el territorio del Central Ermita de la zona de Guantánamo (hoy Central Costa Rica). Sin embargo estos hindúes no provenían de la India cuya inmigración cesó en el 1916, sino de alguna colonia británica de las Antillas, probablemente de Jamaica.

Estos trabajadores permanecieron unos años trabajando en Ermita, y al cabo de este tiempo casi todos se fueron para otros centrales, entre ellos Romelié, Los Caños y Santa Cecilia (En la actualidad se llaman Héctor Infante, Paraguay y Jorge Prieto respectivamente).

Estos indios se dedicaban a los trabajos de deshierbe y corte de la caña. Al igual que los grupos que lo precedieron, usaban su vestimenta típica consistente en turbante y taparrabos, consistente este último en una tela que se enrollaban en el cuerpo. Con el paso del tiempo, los braceros que se establecieron con carácter de permanencia en las comunidades rurales, no tardaron en perder el vestido nacional, adoptando el usado por la población local.

Este grupo no integró dentro del creciente sincretismo religioso elementos tomados de las creencias hindúes. En cambio entre los inmigrantes y sus descendientes se conservan hasta nuestros días creencias tradicionales sobre fuerzas sobrenaturales y una práctica religiosa ancestral. Estos rasgos de la cultura han sobrevivido por cuanto servían a modo de defensa en un medio cultural que les era ajeno.

Actualmente el proceso de asimilación de los hindúes en Cuba, casi ha concluido. Solo en el plano de las creencias religiosas, se ha manifestado una cierta resistencia a la desaparición, principalmente en la zona de Santiago de Cuba donde se concentran los descendientes.

lunes, 19 de diciembre de 2016

Más de 400 años de historia II: Presencia de las culturas orientales en Cuba (siglos XX y XXI)

Chinos 


Por supuesto, hablar de culturas asiáticas en Cuba nos remite de forma obligatoria, nuevamente, a los hombres del Celeste Imperio. 

Entre 1902 y 1959 la llegada de inmigrantes desde China tuvo intervalos oscilantes; el último contingente (unos 10 mil) se remonta a los inicios de la década de 1950. Para 1931 la población china en Cuba era apenas del 0,7% pero la mestiza que incluía a los descendientes de chinos mezclados con blancos y negros superaba el 16%. En 1953, esas proporciones habían disminuido al 0,3% y el 14,5%.(citado en Banco interamericano de desarrollo)

Sin embargo los chinos lograron mantener su lengua, en sus variantes dialectales, en calidad de instrumento de comunicación familiar y comunitaria, como consecuencia de su relativa homogeneidad lingüístico-cultural (básicamente cantoneses y jakkas). Hoy muchos hijos de chinos todavía son bilingües, aunque la tendencia natural es olvidar esta lengua ante el proceso asimilador del cubano.

Una de las alternativas encontradas por los chinos para facilitar la estancia en Cuba y para la misma supervivencia económica y cultural, fue la creación de sociedades que se multiplicaron por todo el país, aunque la mayoría se concentraron en el Barrio Chino habanero. Así surgieron sociedades patronímicas, de chinos con los mismos apellidos, regionales, de emigrantes provenientes de la misma zona, gremiales, de ayuda mutua, culturales y hasta políticas. Hacia mediados del siglo XX había en toda Cuba unas 60 asociaciones que agrupaban a los chinos y sus descendientes. Con ellas, los emigrados trataban de proteger su identidad, encontrar compañía y buscar modos de mejorar su situación. Fueron precisamente estas sociedades las que se encargaron de fundar un asilo para ancianos chinos, el periódico Wah–Man–Yat–Po y un cementerio, todavía hoy existentes. También existía la institución del Casino Chung Wah. (En Cinco Basurto)

Otro gran exponente fue la Ópera China, sin embargo su desarrollo se vio frenado por la II Guerra Mundial, pues muchas compañías que actuaban en La Habana se fueron a su país o a los Estados Unidos por la contienda bélica. También se fueron actores, actrices y maestros inmigrantes chinos que vivían en Cuba. Quedaron algunos maestros que se agruparon en el Estudio de Música China Chun Wa Yin Lok Kow Se, en el tercer piso del Edificio Pacífico. A estos maestros correspondió el mérito de formar nuevas compañías de ópera cantonesa y enseñar a su vez a algunos descendientes mestizos de chinos y cubanos el arte de la ópera y sus diversos secretos. Pero estas compañías tuvieron una vida efímera. Se fueron desintegrando hasta que a fines de la década del 50 desapareció la última, poniendo fin a 80 años de tradición musical china en nuestro país.

La emigración china a Cuba se detuvo con la Revolución China en 1949 y más tarde, muchos chinos dueños de comercios decidieron abandonar la Isla cuando triunfó la Revolución Cubana. Por esta razón a partir de la década de 1960 comenzó la disminución de la población china en Cuba y, muy pronto, se hizo visible la decadencia del Barrio Chino habanero y de otras comunidades más pequeñas en el interior del país. Hacia la década de 1990, ya prácticamente la presencia de chinos inmigrantes había terminado en Cuba y en la actualidad solo hay algunos de sus descendientes, quienes de un modo u otro tratan de conservar vivas sus sociedades y algunas de sus costumbres ancestrales, muy maltratadas por el tiempo y la transculturación.

En este sentido fue creado el Grupo Promotor del Barrio Chino en la década de 1990 para revivir las raíces chinas y la historia del barrio habanero. La Escuela de la Lengua y Artes China abrió sus puertas en 1993. Actualmente circula el Kwong Wah Po («Diario Popular Chino») el cual es el único periódico cubano que se edita en idioma chino desde el Barrio Chino de La Habana. De tipo tabloide, posee cuatro páginas: tres de ellas en chino y la última en español. Tiene una tirada de 600 ejemplares al mes y va dirigido a la comunidad china con informaciones nacionales e internacionales. Así esta comunidad mantiene viva una tradición milenaria, y una presencia constante en el devenir cubano.

Más de 400 años de historia II



Qué tal?

Espero que les haya gustado y les haya sido útil.

Pero , un momento, creen que ya terminó?

Si bien es cierto que la historia de Cuba durante 400 años se caracterizó por la entrada masiva de inmigrantes de diversa procedencia: africanos, peninsulares, asiáticos, fue a partir del siglo XX y en la actualidad que la influencia de estas inmigraciones se consolidaron dentro de nuestro cultura y en muchos casos pasaron a formar parte de ella.

Al estudio de esta influencia y su papel en los siglos XX y XXI en Cuba, dedicaremos un tiempo, haciendo especial énfasis en las agrupaciones y publicaciones en las que se apoyaron.

Vamos?

Bibliografía:

Almazán, Sofía y Serra, Mariana. Cultura Cubana siglo XX. (2004).Tomo I y II. Editorial Félix Varela, La Habana.

Banco interamericano de desarrollo. Cuando Oriente llego a América: Contribuciones de inmigrantes chinos, japoneses y coreanos. (Folleto impreso)

Cinco Basurto, Mónica Georgina .Los chinos de Cuba, apuntes etnográficos (2001) en http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=74702110



Colectivo de autores. Apreciación de la cultura cubana. “Apuntes para un libro de texto” (1986).S/E



Dávila Valdés, Claudia Historia comparada de dos experiencias migratorias: coreanos y súbditos del imperio otomano en Yucatán (1880-1916).Revista Península vol. V, núm. 2 otoño de 2010, CEPHCIS, UNAM



Fábregas Puig, Andrés. Cuba y Yucatán en la mirada de una antropóloga (2010) en http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=13919185015



Laborde Carranco, Adolfo A. La política migratoria japonesa y su impacto en América Latina (folleto impreso)



Menéndez Paredes, Rigoberto Parentesco y tradicionalidad: un estudio etnosocial de los inmigrantes árabes de Cuba (1870-1957) (2000).S/E



Mompeller Vázquez, Yiliana. Las Relaciones de Cuba y Japón entre 1902 y 1957: Apuntes para una periodización. Observatorio de la Economía y la

Sociedad del Japón, junio 2014 en http://www.eumed.net/rev/japon/



Numerosos artículos del sitio Cuba: una identidad en movimiento, en el acápite de Transculturación. En http://www.archivocubano.org/transcult/

domingo, 18 de diciembre de 2016

Más de 400 años de historia Presencia de las culturas Orientales en Cuba (1492-1923)

Hindúes


Otra cultura oriental que demostró su presencia en este periodo es la proveniente del Indostán. De hecho la llegada de hindúes a Cuba, es bastante poco conocida

Los hindúes venían llegando a las Antillas inglesas desde 1836.Venían a las colonias en calidad de trabajadores contratados, forma encubierta de esclavitud semejante a la que hizo llegar por esos mismos años braceros chinos y de otras nacionalidades a Cuba.

En el 1902, se constituyó la República de Cuba bajo la tutela de los Estados Unidos. Aunque los capitalistas yanquis habían comenzado a hacer inversiones en la Isla desde la segunda mitad del siglo XIX, es esta la coyuntura que aprovechan para penetrar masivamente adueñándose de los servicios públicos y de enormes extensiones de las mejores tierras del país, particularmente en las provincias de Camagüey y Oriente. En estos territorios se dieron a la tarea de erigir modernas fábricas azucareras con una gran capacidad de producción, los llamados colosos, para lo cual era indispensable poner en producción las plantaciones abastecedoras de caña a los molinos. Las zonas elegidas para las fábricas tenían una baja densidad de población, haciéndose necesario el proveer la fuerza de trabajo indispensable, destinada a las tareas agrícolas y al corte y alza de la caña. Siendo plantadores con mentalidad esclavista, acudieron a la importación de braceros de otras islas antillanas, fuerza de trabajo barata que quebraba el nivel salarial de los trabajadores cubanos.

La ocupación a la cual se destinaban a estos hindúes procedentes de las Antillas, era el cultivo y corte de la caña de azúcar, al igual que el resto de los braceros antillanos. Sin embargo, en virtud de conocer el inglés, gozaban de una ventajosa posición en los centrales de propiedad americana. De este modo, algunos pasaron a ocuparse de otras tareas, tales como capataces en los bateyes y colonias.

Los descendientes de hindúes, nacidos en Cuba, siempre estaban atentos a cambiar de trabajo cuando con ello podían mejorar de posición. Muchos de ellos, por su conocimiento del inglés, pasaron años más tarde a ocuparse en los trabajos de construcción que se realizaron en la base naval norteamericana, enclavada en territorio cubano de la Bahía de Guantánamo. Los viejos, por su parte, siguieron trabajando en la caña o, por su cuenta, en pequeñas parcelas, sembrando frutos menores y café.

También alrededor del 1905-06 vinieron desde Jamaica unos doscientos hindúes que entraron ilegalmente en Cuba.En el año 1914, vinieron más de dos mil hindúes nacidos en la India, y unos doscientos de Jamaica.

Alrededor del año 1915, había trabajadores hindúes en varios centrales de la provincia de Oriente, entre ellos el Soledad, Esperanza, Santa Cecilia, los Caños, Santa Isabel y Romelié, todos enclavados al sur de Oriente, en la zona de Guantánamo

Los primeros hindúes venidos a principio de siglo, ofrecían una serie de características culturales que los diferenciaban claramente del resto de la población y de los demás inmigrantes. Usaban el vestido tradicional de los distintos pueblos de la India, y muchos cubrían su cabeza con turbantes. Las comidas también los distinguían perfectamente de la población, así como una serie de otras costumbres. En Cuba, por su parte se habló el Hindi, mientras los braceros constituían grupos compactos de trabajadores agrícolas, residentes en el mismo sitio. Luego, a medida que fueron muriendo los viejos y dispersándose sus descendientes, la lengua se perdió casi por completo, a la medida de que se iban integrando a la cultura cubana.

De esta manera es claro que como en una caldosa el tronco español y el africano constituyen la carne y las viandas, las herencias orientales son la sazón y las especies que le dan vida y dinamismo; la distinguen de otras comunidades insulares.

Aunque en muchos casos se trató de una asimilación de la cultura cubana por parte de los emigrados, debido a las diferentes condiciones que existía en la Isla, es cierto que las comunidades orientales establecidas influyeron en numerosas ramas de nuestra vida; desde la comida con el gusto por lo picante de los hindúes y el vestir blanco de los árabes, hasta la corneta china, reina de nuestros carnavales.

Sin embargo hay que señalar que esta influencia solo fue en aumento, más allá del periodo estudiado.

Una vez asentados en la Isla y conformadas sus comunidades enriquecieron nuestra cultura y nos dieron ese sabor único que nos distingue y nos destaca, nos hace continentales, universales, cubanos

sábado, 17 de diciembre de 2016

Más de 400 años de historia Presencia de las culturas Orientales en Cuba (1492-1923)

Japoneses


Estas son las influencias más destacadas, pero la mezcla cultural cubana no termina aquí. Hubo otras influencias pero mucho menos pronunciadas .Por ello, la avalancha de inmigrantes que ocurre en Cuba desde finales del siglo XIX hasta los años treinta del siglo XX, procedentes de Europa, Asia, Las Américas y el Caribe, no logra subvertir el grado de consolidación alcanzado por la nación cubana dependiente, hasta la segunda mitad del siglo XX, pero si repercute en la cultura cubana.

Ese es el caso de los japoneses.

Silenciosos, dispersos y asimilados en una gran cazuela nacional de españoles, africanos y chinos, los japoneses tuvieron y tienen en Cuba una presencia discreta, que ha dejado huellas en la agricultura y en la pesca.

Japón conocía de Cuba desde los tiempos coloniales mediante el comercio limitado de la Isla con Filipinas, territorio subordinado a España y situado en el sudeste asiático. El famoso Galeón de Manila arribaba anualmente al puerto de Acapulco, costa del Pacífico de México. Sus mercancías atravesaban esa tierra americana para de nuevo embarcarse hacia Cuba. Llegaban productos japoneses, entre ellos, obras de arte, abanicos de nácar y otras bellezas en porcelana y cristalería, muy populares entre las clases acomodadas.

Ya en 1614 Hasekura Tsunenaga visitaba la isla en misión diplomática oficial, siendo en primer japonés en hacerlo y comunicándole al emperador sus descubrimientos (Ortega, 2011).

Después de esto algún que otro príncipe japonés, presidiendo misiones comerciales, pasó por La Habana en esos tiempos y afianzó este tipo de relaciones; pero, salvo estas esporádicas visitas de alto rango, la inmigración japonesa llegó, siempre en pequeña escala, después de la Guerra Hispano-cubano-norteamericana, que afianzó el poderío yanqui directamente en Cuba.

La inmigración japonesa a Cuba comenzó en 1898, y mantuvo un flujo constante hasta 1926. De esta conexión entre dos islas de Asia y del Caribe surgió una comunidad de descendientes con experiencias comunes.

Aunque ya antes habían comenzado a llegar unos pocos inmigrantes japoneses que hicieron un acopio de dólares y regresaron a su país deslumbrados con sus dineros, el río inmigrante comenzó a fluir cuando los nipones pioneros y otros comerciantes de La Habana iniciaron proposiciones para contratar campesinos que vinieron a Cuba como cortadores de caña.

Así, espontáneamente, siguieron viniendo japoneses o eran traídos por sus familiares de acá, sobre todo en el caso de hombres que enviaban a su terruño proposiciones de matrimonio. Y las jóvenes decidían correr la aventura de la vida apremiadas por las condiciones feudales de su patria y la miseria imperante.

El núcleo primitivo de esta colonia debió surgir a la llegada de Y. Osuna a La Habana el 9 de septiembre de 1898 a bordo del vapor Orizaba, con planes de establecerse en la Isla, quien fue seguido por otros de su nacionalidad tales como Tomehachi Kobayashi y J. Ohira .En el censo de población realizado el año siguiente por el gobierno interventor norteamericano, aparecen registrados ocho ciudadanos japoneses, de los cuales siete eran varones y una hembra. Dos de ellos (un hombre y una mujer), residían en la ciudad de La Habana y 3 en la de Matanzas, mientras que los tres restantes radicaban separadamente en las provincias de Santa Clara, Puerto Príncipe y Santiago de Cuba (citado en Pozo).


Tiempo después Cuba establece relaciones diplomáticas con Japón, las que habían comenzado con el nombramiento oficial de 17 de julio de 1918, de una Delegación cubana en la nación oriental y el 23 de ese mes fue nombrado ministro de Cuba en Japón Guillermo Blanck y Menocal.


A principios de 1919 estaba establecida en la capital la firma Cuba & Nippon Trading Co. Ltd., con domicilio en O’Reilly número 72 (actual 458), entre Aguacate y Villegas, que bajo el título de “arte japonés“ comercializaba porcelana fina, tapices de seda bordados con oro y plata, sandalias y pantuflas, esteras, etc. El siguiente año, el 6 de agosto de 1920, visitó La Habana el crucero japonés Kasuga


La emigración japonesa a Cuba, que llegó a sumar unos centenares de personas, estaba compuesta básicamente por hombres, que formaron familia con cubanas, y se adaptaron a la dieta local, toda vez que muchos ingredientes de la cocina japonesa son imposibles de conseguir en la isla.

Esa asimilación estuvo también agudizada por la dispersión de los inmigrantes que, salvo excepciones, llegaron a 13 de las 15 provincias actuales de Cuba.

No obstante se registraron algunos intentos de agrupamiento. Después de 1914, Kogawa Fujishiro formó una Asociación de Productores en tierras del central azucarero Constancia, en la actual provincia de Cienfuegos.

En 1920 varios inmigrantes integran otra agrupación para cultivar la tierra también en Cienfuegos, mientras que otro grupo se dirige a Islas de Pinos, una ínsula poco fértil al sur de La Habana y en ella los japoneses formaron las primeras cooperativas de producción agrícola de que se tenga noticia en Cuba, e introdujeron el uso del abono químico.

viernes, 16 de diciembre de 2016

Más de 400 años de historia Presencia de las culturas Orientales en Cuba (1492-1923)

Los árabes o moriscos.

Pero Cuando hablamos de culturas orientales salta a nuestra vista otra más oriental que asiática: los árabes o moriscos.

La forma más directa es a través de los propios españoles, influenciados por siglos de presencia morisca en sus tierras y por más de un moro en la expedición de Cristóbal Colón.

La evidente presencia de moriscos en América tuvo su reflejo en Cuba. Según hallazgos del Dr. Cesar García del Pino (citado en Méndez) en 1596 arribaron a La Habana algunas decenas de esclavos musulmanes, entre ellos un grupo de naturales de los antiguos reinos de Marruecos, Fez, Túnez y Tremecén y además dos moriscos.

Estos vestigios documentales permiten catalogar la primera etapa de impronta árabe en Cuba como hispano-morisca y morisco-norafricana, compuesta por esclavos y personas libres convertidas al catolicismo. Se observa además la huella arquitectónica, que durante el siglo XVII y principios del XVIII predominó en La Habana, Remedios, Santiago de Cuba y otras ciudades con el estilo mudéjar, herencia importante de la escuela de construcción morisca de Sevilla.

El estilo mudéjar es apreciable en edificios religiosos y civiles del Centro Histórico de la ciudad de La Habana (iglesia del Espíritu Santo, Casa de Oficios # 12 y Casa de Tacón # 4) y de Remedios (iglesia Parroquial de la Ciudad).

La colonización española dejó en Cuba otras huellas de impronta árabe, como el legado lingüístico en varios miles de vocablos de procedencia árabe en la lengua castellana y aun en nuestros cubanismos, la conservación de importantes especies moriscas en la culinaria criolla y de plantas aromáticas en nuestra jardinería.

Algunas influencias indirectas de la cultura árabe islámica llegaron además a través de los esclavos de diferentes denominaciones y grupos étnicos islamizados del África Occidental; ellos fueron portadores de saludos rituales como as salamu aleikum, que significa la paz sea con usted, la vestimenta blanca, el pañuelo turbante usado por las mujeres y otras costumbres islamitas asumidas en la actualidad por diferentes sistemas religiosos populares cubanos.

El gran momento histórico de presencia árabe en suelo cubano se produce a partir de la segunda mitad del siglo XIX, y hasta la primera del XX, con la entrada de libaneses, palestinos, sirios y en menor escala de egipcios, libios, argelinos y yemenitas. Parece que el primer representante de esta oleada fue José Yabor, llegado a Cuba en 1870. El movimiento migratorio árabe comenzó entre 1860 y 1900. En el caso de Cuba se estima que fue aproximadamente para 1860. En el período comprendido entre 1850 y 1900 se encontró que llegaron al país 2 000 árabes. Entre 1906 y 1920 arribaron a Cuba 12 219 árabes y entre 1921 y 1937 la cifra de inmigrantes árabes se incrementó hasta llegar a 21 700 árabes.

El mayor porcentaje de esta inmigración correspondió a los libaneses, salidos de sus territorios debido a la profunda crisis económica que asoló a los-productores nativos y a las contradicciones con el Imperio Otomano que generaron el descontento de las comunidades cristianas, en particular los maronitas. Los palestinos emigraron fundamentalmente en la etapa posterior a la Primera Guerra Mundial. Sólo entre 1920 y 1931 los censos recogen la entrada a Cuba de 9337 árabes del Mediterráneo Oriental.

Los lugares preferidos para el asentamiento fueron las regiones urbanas de la Isla, las zonas comerciales, y los pueblos con desarrollo de la industria azucarera y la actividad ganadera. Las áreas urbanas de residencia más importantes fueron las ciudades de La Habana y Santiago de Cuba, principales puertos de arribo de los arabo hablantes. Además del centro de la ciudad de La Habana (hoy Centro Habana) y del Centro Histórico, los árabes residieron en Marianao, Santa Amalia, reparto Juanelo, Regla y pueblos de la actual provincia de La Habana (Güines, Bejucal, Quivicán y Bauta). En las provincias orientales además de Santiago las áreas preferidas fueron Guantánamo, Cueto, Manzanillo, Holguín, y Las Tunas. En Camagüey se agruparon en Guáimaro, Minas, Morón, Sola, Esmeralda, Santa Cruz del Sur y Ciego de Ávila. En el resto del país se comprobaron asentamientos en Santa Clara, Cabaiguán, Sagua la Grande, Matanzas, Cárdenas y Pinar del Río.

La venta ambulante, el comercio textil minorista especializado en confecciones de ropa y quincallerías, joyerías, tiendas de tejidos y los almacenes de importación constituyeron los renglones ocupacionales principales de los árabes en Cuba. De gran importancia fueron también las sastrerías y los restaurantes que ofrecían platos típicos de la culinaria levantina. La primera generación de descendientes se destacó y destaca en las ciencias médicas, y otros perfiles profesionales.

La agrupación social de los inmigrantes fue en algunos casos a nivel de nacionalidad, con tendencia histórica hacia la unión de las tres nacionalidades más numerosas. La mayoría de las asociaciones étnicas árabes, que sumaron más de treinta (Méndez), eran de tipo benéfico y recreativo, teniendo algunas por excepción finalidades políticas. Gran parte de ellas se concentraron en el denominado Barrio Árabe de La Habana, que abarcó las calles de Monte, como arteria central y otras como San Nicolás, Corrales, Antón Recio y Figuras. También ocurrió un asentamiento sólido en el poblado santiaguero del Tivoli.

En las no pocas décadas de su asentamiento en Cuba los árabes dejaron su presencia en las diversas esferas de la vida socio-política y cultural de la ínsula: más de una docena de ellos participaron activamente en las luchas independentistas alcanzando distintos grados militares; igualmente en las luchas insurreccionales de la época neocolonial, los nombres de muchos descendientes se inscriben en el martirologio patrio , entre los que se destacan los libaneses Benito Elías, Nasim Faray y Juan Manzur, los sirios Alejandro Haabad, Aurelio Elías y Esteban Hadad, y los palestinos Juan Abad y Agripín Abad, entre otros.

Los científicos arabo hablantes y sus sucesores legaron imperecederos logros en diferentes disciplinas médicas, y en el campo artístico se aprecian sus éxitos en la música, la plástica, y la poesía sin perder de vista aquellos que sobresalieron en la abogacía y la enseñanza filosófica y que ganaron gran prestigio a nivel internacional.

El inmigrante árabe que llegó a Cuba entre los siglos XIX y XX materializó un proceso gradual de integración en la nacionalidad cubana, de tal manera que en la actualidad su descendencia no se diferencia prácticamente del resto de la población. El árabe se fue fundiendo con el criollo, aprendió su lengua, se adaptó a sus costumbres sin perder la propia, se casó con las cubanas, fundó su familia y luchó por el país como suyo.



En el cubano descendiente de árabe su tierra natal, su educación, forma de identificarse, y su desenvolvimiento pisco-social le hacen sentir cubano, pero numerosas costumbres y tradiciones de la nación de sus ancestros, transmitidos de generación en generación han quedado en ellos como práctica permanente. Mantienen en sus casas algunos de los platos típicos mesorientales y llevan en sí mismo dos huellas imborrables de su etnicidad pasada: los rasgos físicos y los apellidos que simbolizan grupos patronímicos de sus sociedades agnaticias.

jueves, 15 de diciembre de 2016

Más de 400 años de historia Presencia de las culturas Orientales en Cuba (1492-1923)

Chinos


Al hablar de culturas orientales en Cuba pensamos inmediatamente en los chinos. Los hombres del “Celeste Imperio” constituyen la comunidad más destacada y numerosa de asiáticos asentados en la isla y les siguen en importancia a las comunidades europeas y africanas, de las que descienden la mayoría de los cubanos. En más de siglo y medio de convivencia, la migración china dejó huellas en la isla del Caribe.

La emigración china hacia Cuba comenzó en 1847 cuando muchos trabajadores de origen cantonés fueron llevados bajo contrato hacia los campos de caña de azúcar.

Aquellos primeros chinos y otras decenas de miles que vinieron durante el resto del siglo XIX, llegaron a Cuba con la función de sustituir a los esclavos en el duro trabajo en los cañaverales, de donde emanaba la riqueza del país. La prohibición de la trata de esclavos hacía necesaria la búsqueda de otra fuerza laboral, y la pobreza china daba una alternativa.

Como era de esperar, pocos de aquellos chinos pudieron cumplir el sueño de regresar con dinero a su lejano país. Luego de cumplidos los ocho años del contrato que los había traído a Cuba, la mayoría tuvo que permanecer en la Isla. Muchos de ellos se convirtieron en trabajadores agrícolas, pero otros prefirieron asentarse en las ciudades, especialmente en La Habana.

Otros 5.000 inmigrantes chinos procedentes de los Estados Unidos, llegaron también a Cuba durante el siglo XIX, para escapar de la discriminación, así como una pequeña ola que arribó durante el siglo XX, huyendo del caos político en China.

Los chinos se concentraron fuertemente en las zonas urbanas y en el caso de La Habana esto sucedió en el llamado Barrio Chino, que es uno de los más antiguos y grandes de América Latina. Sus pequeñas tiendas de abarrotes y restaurantes tuvieron su origen en 1858.

A su modesta, pero persistente manera, en los alrededores de las calles Zanja, Dragones, San Nicolás, Rayo, se asentaron desde entonces numerosos chinos convertidos en lavanderos o vendedores ambulantes de viandas, frutas, verduras, carne, prendas, quincallería, loza…

Aunque con condiciones laborales diferentes, desde finales del siglo XIX y en toda la primera mitad del siglo XX, los emigrantes chinos siguieron llegando a Cuba en busca de una vida mejor. Aquella fue una migración esencialmente económica, casi totalmente masculina y, en la inmensa mayoría de los casos, condenada a vivir en la pobreza y la marginación.

La huella china en Cuba se hace evidente en recetas de cocina, elementos de artesanía, el teatro y la ópera; en la música, con la corneta china; y hasta en la rebeldía independentista y determinadas formas de la producción y los servicios. Los chinos crearon en Cuba comidas típicas que no existen en ningún lugar del mundo, como el arroz frito. En la historia nacional de la música entraron Jesús Lí, El Chino Chong, el maestro Fortín, Julio Ley, Servando Aragó, Jesús (El Chino Lam), Obdulio Morales, las bandas de música de las sociedades chinas y los grupos de danza de los carnavales

Otros aspectos culturales relacionados con la herencia china es el consumo de arroz en la dieta cubana ; el hábito de uso de la pomada china para aliviar cualquier dolor y el consumo de la salsa china como condimento; el criterio de valor del médico chino como paradigma; el gusto por la sopa china .



También en el idioma existe la influencia cultural de China: "Búscate un chino que te ponga un cuarto", "no creo en velorio chino", "ponerla en China", "quedarse en China", "mi china".

La presencia china en Cuba permeó de nuevos matices a la sociedad cubana, chinizando símbolos, gustos, criterios, valores éticos y estéticos. En la decoración de las casas cubanas, desde las mansiones de la alta burguesía, con sus jarrones de porcelana china, objetos de marfil y jade, los cuadros bordados en la finísima seda, hasta las más pobres y comunes viviendas con las figuras de los más disímiles dioses y ancestros chinos para atraer la suerte, facturados en yeso y otros materiales baratos. Por su parte estos chinos y sus barrios fueron cada vez menos asiáticos y, en nuestro caso, más cubanos.

Pero más que influencia china en Cuba, debería hablarse de herencia (Padura, 2012). Fuera de algunos aportes gastronómicos y algún detalle arquitectónico, la verdadera herencia china en Cuba se produce por vía genética, o sea, a través de la presencia de rasgos étnicos en sus descendientes, casi siempre mezclados con sangre cubana. El hecho de que la mayoría de los chinos llegados a Cuba fueran varones, ayudó a que formaran familias con naturales de la Isla, y como esos hombres eran el sostén económico de las casas, la educación de los mestizos chinos fue encargada a las madres cubanas, cuya cultura, idioma y costumbres asumieron los hijos, que ni siquiera aprendieron el idioma de sus padres asiáticos.

La herencia china parece indeleble en la sangre y la historia cubanas, a las que aportaron sus rasgos, trabajo, presencia e, incluso, su sangre cuando, en pleno siglo XIX, algunos de aquellos campesinos chinos llegados poco antes como braceros, se incorporaron al Ejército Libertador que luchaba contra el poder colonial español e hicieron justicia a la frase de que “ningún chino cubano fue desertor, ningún chino cubano fue traidor” (Guanche, ver Anexo 1). Por ello, aunque su influencia no resulte visible como la de las culturas llegadas de África, los chinos emigrados a la Isla también forman parte de la múltiple y mestiza espiritualidad cubana.

Anexo

COMBATIENTES CHINOS DESTACADOS EN LAS LUCHAS INDEPENDENTISTAS DE CUBA
(1868-1898) (Fuente: Guanche)

PROVINCIA
NOMBRE
GRADO MILITAR

PINAR DEL RÍO
Luis Achón
Sargento

LA HABANA
José Achón
Víctor Arocha
Genaro Arocha
Francisco Arocha
Capitán

MATANZAS
José
Sargento

LAS VILLAS
Antonio Moreno
Sebastian Siam
Pablo Jiménez
José Talon (Lai Wa)
José Cuang (Kau Kon Cuang)
Juan Díaz
Andrés Lima
Liborio Wong (Wong Sen)
Facundo
Manuel Pau
Pío Cabrera
Achón
Tancredo
José
Crispín Rico
Juan Cuan
Pedro Lau
Juan Anclay (el loco)
Comandante
Comandante
Capitán
Capitán
Capitán
Capitán
Capitán
Capitán
Capitán
Teniente
Teniente
Teniente
Teniente
Sargento
Sargento
Cabo
CAMAGÜEY
Juan Sanchez (Lam Fu Kim)
Bartolo Fernández
José Bu
José Pedroso
Pío Cabrera
Andrés (Cuo Lion Kao)
José Fong
Capitán
Capitán
Capitán
Teniente
Teniente
Sargento
Sargento
ORIENTE
Liborio Wong (Wong Ceng)
Capitán

Más de 400 años de historia




Para esta semana y luego de la pausa del miércoles les traigo algo especial.

No soy erudita , ni estudiosa , pero creo que este pequeño acercamiento a la historia de las culturas orientales en Cuba les será beneficioso a muchos, y como a mí, les ayudará a comprender nuestra nacionalidad.

Porque ciertamente la Cultura cubana, como un ajiaco, es un ejemplo de transculturación. Durante varios siglos, por asimilación en algunos casos y rechazo en otros, los diferentes componentes etno-culturales fueron conformando una identidad cultural cubana. Así somos el resultado de la fusión de dos raíces esenciales, procedentes una de España y otra de África.

Sin embargo la identidad cultural cubana posee una profunda cualidad incluyente .Estando abierta a las influencias externas no pierde su esencia vital. Esto hace que la influencia constante de las numerosas olas de migraciones de chinos, japoneses, árabes e hindúes que han venido a Cuba dejaron una huella en nuestra identidad, a la vez que las comunidades establecidas aquí formaron una cultura más cubana, más criolla.

Extrañamente una de las huellas más profundas y menos conocidas de nuestra identidad es la proveniente de estas culturas orientales, las cuales han marcado nuestro devenir histórico pero han sido dejadas de lado por estudiosos e investigadores.

También les dejo la bibliografía consultada    

Batista, Carlos. Los japoneses cumplen 100 años en Cuba en http://www.archivocubano.org/japoneses.htmlconsultado el 26/11/2014

· Chang, Federico. Presencia china en Cuba: Un mapa para la historia en http://www.archivocubano.org/presencia_china.htmconsultado el 26/11/2014

· González Quiroga, Mario. (2003). Los árabes. Ciudad de la Habana, Editorial Ciencias Sociales.

· Guanche, Jesús. Presencia China en Cubaen http://www.archivocubano.org/guanche_chinos.htmlconsultado el 26/11/2014

· Guerra Ramiro. Azúcar y población en las Antillas.

· Saco y López-Cisneros, José Antonio. Los chinos en Cuba enhttp://www.archivocubano.org/chinos_saco.htmlconsultado el 26/11/2014

· López Valdés, Rafael .La inmigración indostana a Cuba y sus antecedentes en las Antillas (Parte Iy II)enhttp://www.archivocubano.org/hindu1.html y http://www.archivocubano.org/hindu2.htmlconsultado el 26/11/2014

· Menéndez, Rigoberto. Presencia Árabe en Cuba enhttp://www.archivocubano.org/arabes.htmlconsultado el 26/11/2014

· Ortega, Josefina. Cuba y Japón: distantes y cercanos en http://www.lajiribilla.co.cu/2011/n516_03/516_17.htmlconsultado el 26/11/2014

· Padura Fuentes, Leonardo .Chinos en Cuba entre mitos y realidadesen http://oncubamagazine.com/articulos-revista/chinos-en-cuba-entre-mitos-y-realidades/consultado el 26/11/2014

· Pozo, Alberto. La huella de los japonesesenhttp://verbiclara.wordpress.com/2008/08/01/la-huella-de-los-japoneses/consultado el 26/11/2014

· S/A .La emigración Japonesa en la Habana Vieja en http://www.lajiribilla.co.cu/2011/n516_03/516_17.htmlconsultado el 26/11/2014


Comenzamos?

martes, 13 de diciembre de 2016

Estudiar: derecho y deber




La deserción escolar constituye hoy un problema recurrente en muchos países, incluso del llamado primer mundo. Niños y jóvenes deambulan por las calles, obligados a alejarse de las aulas para trabajar y mantener a su familia o a ellos mismos. En muchos casos les resulta imposible siquiera la educación mínima necesaria, un lujo para los más ricos.

Pero en Cuba la realidad resulta diferente. El sistema educativo cubano brinda numerosas ventajas y oportunidades para todos, facilitando la continuación de estudios, incluso hasta el nivel universitario.

“Principalmente en la enseñanza obligatoria hasta el noveno grado, el Estado se asegura que cada niño, sin excepciones, reciba la educación que merece y necesita, sin importar condiciones sociales o mentales.

“Esto constituye también una obligación de la familia y de los padres en ejercicio de su patria potestad, tal y como establece el Código de Familia. Ellos tienen la responsabilidad de asegurar la participación efectiva del menor en la escuela. No se trata solo de llevarlo a clases sino también contribuir a que se mantenga dentro de la enseñanza que le corresponde”, afirmó Yohanis Góngora Matos, Fiscal Protectora de Menores de edad de la Fiscalía Provincial de Matanzas.

A pesar de las disposiciones y facilidades, aún se mantiene un cierto número de estudiantes que dejan la escuela antes de vencer la Secundaria Básica, tronchando un futuro antes de siquiera formarse.

Datos en Matanzas

La incorporación efectiva de cada alumno en edad escolar a un determinado centro de enseñanza es un aspecto que se comprueba al inicio de cada curso, después de verificar todas las mudanzas y traslados. Posteriormente se le brinda una atención permanente.

“Todos los años se confecciona un listado numeroso de desvinculados, en colaboración con la escuela, los maestros, la Federación de Mujeres Cubanas y otros actores principales de la comunidad. Este grupo de trabajo investiga las causas y acomete acciones para lograr que un gran número, por no decir todos, se reincorporen, aunque persisten algunos casos”, continúa Góngora Matos.

Por otra parte, Alina Domínguez García, jefa del Departamento de protección a los derechos ciudadanos, asegura que en la provincia de Matanzas, las cifras relativas a la desvinculación en la primaria no son relevantes, pues en su gran mayoría se relacionan con traslados a otras provincias que no son correctamente informados, y con el fenómeno de la inmigración.

“La principal incidencia en este nivel se encuentra en algunos alumnos con repitencia escolar, que se avergüenzan de reincorporarse a los mismos centros de estudio donde sus compañeros ya avanzaron de grado”, informa Nubia Falcón Rodríguez, subdirectora general de Educación Provincial.

En estos casos se realiza un trabajo integral y de conjunto con asociaciones de barrio, la escuela y la familia para buscar alternativas y un entendimiento con el niño, el principal afectado, llegando a intervenir la Fiscalía en los casos que así lo requieran.

Sin embargo, es el segmento entre 7mo y 9no grado el que más incide en la desvinculación escolar.

“Entre las principales causas se mantiene la repitencia, aunque se incorpora el embarazo en la adolescencia, y la no convivencia con los padres.

“Pero sin duda alguna la mayor incidencia radica en los niños que viven en áreas rurales apartadas de las ciudades, donde muchas veces los padres prefieren que el menor trabaje con ellos en el campo y no vaya a la escuela. En otras ocasiones es el propio menor quien quiere trabajar, tener su dinero, e independizarse, y la familia los apoya.

“Son precisamente los municipios de Perico, Jovellanos, Matanzas y Pedro Betancourt, donde con más frecuencia vemos estos casos, por lo que en estos territorios intencionamos más firmemente nuestro trabajo”, asegura Falcón Rodríguez.

“En estos casos la alternativa consiste en lograr que al menos alcancen el 9no grado, ya sea con una enseñanza de adultos en la escuela de oficios en casos excepcionales, o realizando una coordinación especial para vincularlos a un centro de trabajo cuando se demuestra que no es factible que se queden en el aula”, comenta Domínguez García.

Consecuencias

“Hemos logrado resultados favorables. Cada vez son menos los desvinculados, pero si bien estamos contentos de que la cifra sea menor, quisiéramos que no fuera ninguno”, reflexiona Góngora Matos.

Para Domínguez García, un niño que no estudia se convierte en un estudiante proclive a la comisión de hechos delictivos, indisciplinas sociales, y asociarse con prácticas, como la prostitución, impropias de la niñez, y de las posibilidades que se les dan a los jóvenes para estudiar, y ser hombres y mujeres de bien.

lunes, 12 de diciembre de 2016

Embarazo y aborto: un problema de comunicación III




Abortando el futuro

En otras de las salas de este Hospital acuden con similar frecuencia varias mujeres. Estas no son iguales que las muchachas que asisten al segundo piso de la institución y llegan de las manos de sus padres, a estas las acompañan sus parejas. Cargadas de sueños y esperanzas intentan remediar lo que otrora fue pesadilla y hoy es deseo. Asisten a la consulta de infertilidad del doctor Adolfo Domínguez Blanco, especialista en segundo grado en Ginecoobstetricia y encargado de la consulta de infertilidad en la Provincia, buscando una oportunidad de convertirse en madre.

Según Domínguez Blanco el 80 % de las parejas infértiles del territorio son a causa de interrupciones practicadas durante el periodo de la adolescencia, cuando debido a la juventud no tenían un proyecto de vida y no calcularon las consecuencias de estos procedimientos. Él recalca que estos procedimientos se realizan a ciegas y es uno de los factores que más provocan infertilidad en las mujeres, principalmente de tipo tubárico (obstrucción de las trompas).

Realmente los adolescentes tienen muchas opciones para cuidar de su sexualidad y su vida, desde las consultas de Planificación Familiar hasta una comunicación efectiva con su familia; no necesariamente deben parar en una sala de hospital, como Carmen.

domingo, 11 de diciembre de 2016

Embarazo y aborto: un problema de comunicación II




Familia núcleo indispensable para un desarrollo feliz

Durante la adolescencia se toman miles de decisiones que influirán en mayor o menor medida la vida de adultos. Estas se comenten en gran parte de las ocasiones sin calcular sus efectos a largo plazo pues la inmadurez propia de la edad impide prever las consecuencias. Es en esta etapa donde se elige la profesión que se pretende estudiar, los amigos, compañeros, pareja o el tatuaje que luego no habrá forma de remover de nuestro cuerpo.

Con un futuro por delante quién se puede parar a pensar en cada resultado de las acciones que en ese momento parecen tan cotidianas, y que continuarán sucediendo. Sin embargo la responsabilidad de conducirse correctamente durante estos años la comparten los adolescentes y sus padres pues como bien afirma la psicóloga del centro Lianet Abreu Monzón, una de las formas de amar es ser responsables, en este caso de guiar el comportamiento por el mejor camino de los que se encuentran en la etapa adolescente.

Si bien es difícil durante esos años establecer comunicación entre padres e hijos debido a la irreverencia de los últimos y a que ellos además prefieren comunicarse con su grupo social, la persistencia y paciencia debe ser la mejor arma de los adultos para poder crear una relación de confianza, donde ambos puedan hablar y ser escuchados sin temor. Lo anterior no significa convertirse en el cómplice que es exageradamente permisivo con las acciones que realizan los adolescentes pues este no es el rol de los padres el cual, en primera instancia, no es más que educar.

Por otra parte insiste la psicóloga Lianet en que son los padres los encargados de hablarle sobre educación sexual a sus hijos, cuando comienzan la adolescencia, es decir a los 12 años. Este no debe ser un tema tabú dentro de las familias pues enseñar no es incitar a que tengan relaciones sexuales sino mostrarles cómo hacerlo responsablemente, utilizando el condón para protegerse, pues aunque se intente negar ellos están pasando por una periodo de cambios y de constante necesidad de descubrir por lo tanto tener relaciones sexuales es algo que van a hacer.

Delegar en las escuelas el papel que tiene la familia es un error que cometen los padres con frecuencia, así como no velar por mantener una comunicación triangular, entre ellos y el adolescente. La falta de comunicación en el hogar se hace evidente al ocultarle a la figura paterna el embarazo de las adolescentes es un intento por evitar castigos más fuertes, pues algunas madres consideran que es suficiente para sus hijas con lo que van a someterse en la sala de las interrupciones. Totalmente censurables son ambas actitudes pues resaltan ineficiencias en la comunicación de la familia, la cual es la estructura que soporta la vida de las adolescentes.

Cuando el factor de la comunicación intrafamiliar y los valores enseñados en el seno de la misma fallan podemos ver como posible consecuencia el fenómeno en que se ha convertido el embarazo durante esa etapa. Pero la familia y la escuela no son los únicos responsables

¿Dónde queda la prevención y promoción?

Cuba posee un sistema por niveles e intersectorial para asegurar que los jóvenes posean todas las herramientas para afrontar no solo su sexualidad, sino la vida entera y poder prevenir todo lo que pueda representar un peligro para su desarrollo, espacio donde se ubica el embarazo y el aborto.

Por lo tanto debería haber una reducción significativa del embarazo en esta edad, y aun más del aborto. Pero sucede todo lo contrario. Cada vez son más jóvenes las que salen embarazadas y las que se realizan abortos, concentrándose la mayoría entre 15 y 18 años.

Hay algo que no está funcionando.

Según el doctor Roland Ferreiro Serpa Especialista en Medicina General Integral y Funcionario del Departamento Materno Infantil de la Provincia , y otros especialistas , se trata de un problema de comunicación también : las estrategias comunicacionales empleadas para la prevención y promoción no son efectivas entre este grupo y se vuelve necesario encontrar nuevas formas de hacer llegar el mensaje.

Además no existe un medio de controlar la eficacia de esta labor, ni estudios sobre resultados. La única forma es a través de los números, que si nos guiamos por ellos, estas campañas de promoción tienen un efecto muy limitado, por no decir casi nulo.

Por otro lado el sistema escalado de atención a la salud existente plantea nuevos problemas por la eterna disyuntiva entre el ser y el deber ser. La labor principal de promoción debe realizarse a nivel de consultorio médico, para asegurar un tratamiento más cercano y directo, pero este se vuelve dependiente de la competencia de médicos y especialistas.

Y es que incluso a la hora de acceder a diferentes datos estos son de carácter global impidiendo poder identificar las aéreas con mayores problemas, hacia la cual se podría volcar la atención de otros niveles.

Pero estos no son los únicos factores que influyen.

¿Y dónde queda la ética?

Este problema es multifactorial y va desde un problema de inmadurez e irresponsabilidad tanto por adolescentes como por sus padres, hasta un problema ético. Y no me refiero a la disputa de si el aborto debe ser permisible o no pues esta es una conquista valiosísima de las mujeres cubanas.

El problema ético surge cuando tanto pacientes como sus padres tratan al fruto de sus vientres como “esto”, “esta cosa”, “este problema”.

Puede parecer una retorica gramatical pero tras las palabras se esconden los condicionamientos sociales que sobre el tema giran. Hoy estar embarazada ,para la mayoría de los adolescentes es como una enfermedad ,casi como la gripe ,por un descuido te contagias ,digo ,sales embarazada , y puedes escoger si dejarlo seguir su curso de manera natural o pedirle a un medico que te cure .En el caso que sea es un problema ,pero no uno que le da un giro de 360grados a tu vida ,sino uno momentáneo del que tal vez ni te acuerdes si lo interrumpes , o una nueva responsabilidad para los padres de pronto convertidos en abuelos.

Aunque parezca ridículo parte de esa falta de percepción de riesgo la tiene nuestro sistema de salud, en el cual no hay que pagar nada y la protección del paciente es lo principal .Existe confianza y seguridad a la hora de visitar estos hospitales .Tal vez piensan que cuando los médicos hablan de muerte, infertilidad y otras consecuencias lo hacen para asustar, como una forma algo espartana de decir: cuídate que te puede ir mal la próxima. Pero para algunos no hay próxima.

Extrañamente muchas de las que llenan los salones de los hospitales maternos cada lunes (día de atención a las adolescentes en estos centros) conocen a un amigo o han escuchado de alguien a quien le ha ido mal, pero en la otra balanza te pueden nombrar a 20 o más que no les pasó nada.

De esta forma se podría esperar esta falta de percepción de riesgo por parte de los adolescentes, pero en muchos casos la familia también adolece de este instinto y es la que decide y convence sobre el proceder. Y no todas son las llamadas familias disfuncionales.(continuará)