martes, 28 de mayo de 2019

Una casa en Narváez





Con las manos embarradas de colores, muchos resultan los niños que cada sábado concurren a un proyecto diferente junto al San Juan, para entre dibujos y buen arte socializar, interactuar con artistas y tatuar con sus sonrisas la ciudad.

Se trata del Taller-Galería Mederos, un espacio encaminado desde su concepción al trabajo comunitario con los más pequeños del hogar y otros sectores de la sociedad, con una profunda vocación matancera y ambientalista.

“Desde hace mucho tiempo de conjunto con otras personas teníamos esta idea, pero para mí se trata de un sueño hecho realidad incluso antes de terminar las obras, pues durante la construcción del edificio ya los infantes estaban por aquí y ayudaban con una piedra, los regueros y hasta con iniciativas para la que pronto sería su casa. Por tal motivos este lugar le pertenece a todos desde sus inicios y particularmente a Matanzas, a la que tanto le debemos”, expone Jesús Alberto Mederos, artista de la plástica que patrocina y desarrolla este proyecto junto a un gran colectivo de trabajo sin el cual, reconoce, nada sería posible.

Dianelis Álvarez Molina, directora del local, explica además que la galería trabaja con dos grupos de edades, los menores entre tres y ocho años que realizan actividades didácticas y juegos para la formación de valores; y los mayores quienes incluso participan en la elaboración de cuadros y murales junto a Mederos y otros aristas.

Ellos trabajan con pinceles, crayolas y lápices de colores, pero también con sus manos y dedos que dejan una huella indeleble en cada esquina de este local de Narváez que además labora como centro de exposición y café.

“Pero este lugar mantiene siempre sus puertas abiertas a los matanceros por lo que acogemos en otros días a mujeres con cáncer de mama, a los estudiantes de la Escuela de Formación Integral y otros jóvenes con trastornos en la conducta, a los niños sin amparo familiar y a cualquiera que lo necesite pues constituye nuestro objetivo aunar a aquellos que desean embellecer y proteger la ciudad y sus paisajes”, asegura Álvarez Molina.

Así cada sábado padres y pequeños se reúnen en Narváez para hacer amigos y dar rienda suelta a su creatividad junto a cuentos, historias, adivinanzas y la siempre presente pintura que vuelve una simple hoja de papel en una puerta a la maravilla.

Pero su principal objetivo, entre numerosos proyectos y sueños en camino, consiste a juicio de Mederos en no parar en su actuar, avanzar e incorporar participantes para que este particular espacio se consolide como la casa de toda la familia matancera.
(Foto cortesía del proyecto)

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