sábado, 30 de marzo de 2019

Cuando el metal llora




Sentados en una baranda de metal, cualquiera creería que entrenan para algún numero circense o quizás resultaron merecedores de un castigo con tintes medieval.

Pero no, ante la vista e indiferencia de quienes los rodean estos jóvenes decidieron que la cerca de la Catedral en la ciudad de Matanzas constituía un buen asiento mientras esperaban una guagua.

Allí, colgados más que sentados, no notaron el daño que realizaban a uno de los espacios recientemente renovado por el aniversario 325 de la urbe al plantar sus zapatos entre las molduras del metal, al removerse violentamente sobre la delgada superficie nunca pensada como asiento. Estas cercas fueron pensadas para decorar y proteger determinados espacios del maltrato al que eran sometidos, pero si estas muestras de acrobacia continúan ¿acaso habrá que ponerle una reja a la baranda?

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