Hay quienes dicen por ahí que a los cubanos junto a la sangre les corre espesa la música, de cualquier género, ritmo o lengua pero buena, cálida y ardiente como la Isla que los acoge, esa misma que ha dado ha dado a luz a músicos extraordinarios, capaces de hacer llorar, reír, enamorar y gozar con sus notas.
Pero entre tanta estela de estrellas, solo uno recibió el nombre del Bárbaro del Ritmo por el pueblo que lo adoró desde que su inigualable voz y forma de hacer música cambiara por completo el panorama musical de la década del 50, armado solo de su bastó y su sombrero.
Ese fue Benny Moré, un hombre casi analfabeto y sin asomo de estudios musicales, que con su Banda Gigante y su modo de conducir la orquesta, de cantar, de componer, de arreglar y de moverse sobre el escenario revolucionó el son de la Isla y puso de rodillas a todos los compositores e intérpretes de la música popular bailable del Caribe.
De origen muy humilde, Maximiliano Bartolomé Moré nació en su adorada Santa Isabel de las Lajas hace ya cien años, un 24 de agosto de 1919 y su vida, como de leyenda tiene de habilidad, suerte, magia y perseverancia, exquisita sensibilidad, grandes amores y la más pura cubanía.
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