viernes, 23 de febrero de 2018

Cayo Ramona:El maestro y las dudas






Cayo Ramona es de esos pueblos que parecen detenidos en el tiempo. Puede dar esa impresión por el aire de su gente, amable y pausada, o por el ambiente de sus caseríos y calles.

Pero entre terraplenes, veredas y mangle sus pobladores son conscientes de cuanto ha cambiado su vida tras el triunfo de la Revolución y dispuestos forman parte del proyecto de crear al hombre nuevo, al revolucionario.

                                                                             A esta labor se dedica también Víctor Manuel Montero Peña, profesor del Centro Mixto de Cayo Ramona, Eddy Gómez Planelles quien destaca en su municipio por el amor y dedicación que pone a sus alumnos y clases.

UN HOLGUINERO CENAGUERO

Sentado frente al buró impone el respeto a sus alumnos no con gritos sino con voz pausada y los conocimientos que imparte día a día. A su lado está Fidel y en cada clase sale del cartón donde se encuentra su imagen para hacerse presente en cada palabra, cada enseñanza.

“Yo nací en Sagua de Tánamo, Holguín y he sido maestro desde mis 20 años, pero es aquí, en Cayo Ramona, donde me he formado como educador de generaciones. Es aquí donde he encontrado algunos de mis mejores recuerdos”, comenta este maestro de Español Literatura que tras siete años en la Ciénaga ya se siente parte de la zona.

“Par mi educar no es solo mostrar las reglas de la gramática, o las grandes obras de la literatura, sino que va más allá. Se trata de una obra muy humana y fiel que me atrapó desde un primer instante pues no hay nada más noble que formar a las nuevas generaciones.

“La cultura cívica, política y hasta formal resulta vital cuando se trabaja con adolescentes. Esta es una etapa muy complicado donde ellos están decidiendo su futuro y vocación, pero solo piensan en el ahora. Puede ser que quieran se doctores, técnicos o choferes, pero nuestro papel es guiarlos para responder así a las necesidades de la comunidad.

“Y el trabajo no es solo con los estudiantes sino también con las familias, por eso es tan cambiante y hay que seguirlo mucho para ir orientándolos, especialmente a los de noveno grado. Se trata de un desafío de cada día para el cual hay que prepararse”, continúa el maestro.

CON FIDEL EN LA MOCHILA

Pero la labor de este evangelio vivo no está solo en la lengua, sino también enla enseñanza de la historia, pues como él dice, el español permite explorar muchos temas.

“Aquí en la Ciénaga, por el impacto que tuvo la Revolución en su desarrollo y en sus pobladores cada clase consiste en un encuentro de historia que va desde lo general hasta lo local, y por supuesto, nunca faltan Fidel y Martí.

“Puede ser una frase, un discurso, o tal vez la pregunta de un alumno, pero en cada encuentros se defiende la historia nuestra, para nunca olvidarla y defenderla a cada instante. Creo que esa es la clave para seguir formando a jóvenes revolucionarios y comprometidos con nuestras conquistas”, asegura mientras en sus manos descansa la imagen de Fidel.

Y es que para este revolucionario convencido el papel de Fidel no puede ni debe olvidarse, mucho menos cuando su presencia física no nos acompaña.

“Entre los retos de ser maestro está el continuar el legado de Martí y Fidel en los jóvenes, y aprovechar cualquier oportunidad que se presente para hablar de ellos a esta generación, para que los vean como los ejemplos que son. Fueron ellos los que cambiaron la vida en estos lugares, y siguen influyendo a cada instante y en cada lugar.

HERRAMIENTAS POR EL FUTURO

Pero incluso en lo intrincado del manglar los tiempos modernos imponen desafíos a la enseñanza y a la superación.

“Para guiar a los estudiantes la experiencia ayuda mucho pero con ellos no es suficiente. Hay que estar actualizados, echar mano de libros, periódicos, materiales audiovisuales y siempre estar atento, especialmente con el idioma porque esa es nuestra identidad.

“Pero ellos no son los únicos que aprenden pues en estos años he aprendido muchas cosas: a ser más humano, a entender a las personas, a cuidar a los estudiantes y a dejarse sorprender por la novedad de cada día. A cada uno de mis estudiantes les tengo mucho cariño y nada me da más orgullo que verlos por los caminos como hombres y mujeres revolucionarios, trabajadores. Alumnos que hoy son ingenieros, militares, choferes… y los recuerda a todos”.

Así habla este educando que a veces se compara con un médico, pues no solo da clases, sino que visita a los estudiantes que lo necesitan y abre sus puertas siempre ante una duda. ¡Hasta cuando andan por la universidad siguen yendo por cualquier duda!

“A mí las dudas no me molestan, al contrario, me impulsan y motivan porque cuando un estudiante dice que no entendí muestra que tiene ganas de aprender, de comprender, de saber, y ese es el mayor estímulo que puede recibir un profesor para continuar perfeccionando su trabajo. Por eso, mientras haya salud seguiré aquí, trabajando con todo mi amor para que las dudas se conviertan en saber en las nuevas generaciones de revolucionarios”.

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