martes, 26 de febrero de 2019

Por la sonrisa del futuro




Cari, como casi todos los niños, gusta de dormir hasta tarde los fines de semana, pero este domingo 24 de febrero las primeras luces del sol la descubrieron de uniforme y pañoleta junto a una urna en su colegio electoral.

A el asistió contenta, orgullosa de la responsabilidad otorgada a sus jóvenes manos para cuidar la voluntad del pueblo y participar en este momento histórico que decidió el futuro de su tierra.

Tal vez ella, con sus escasos diez años, aún no entiende de leyes o rebuscados conceptos jurídicos, pero si recuerda claramente como el documento sobre el que se pronunciaron sus vecinos se analizó hasta la saciedad en el barrio, la escuela, los centros de trabajo, la televisión y hasta en la sala de su casa.

Pero el debate no quedó solo en palabras, pues poco tiempo después ante sus ojos apareció un nuevo texto, totalmente diferente, gracias al aporte de todos, una constitución hecha por muchos.

Según le explicó su mamá, el proyecto defiende valores esenciales para una sociedad mejor como la dignidad humana, la igualdad, el reconocimiento de la diversidad; la protección de los intereses personales, la protección y el respeto de los derechos que son para todos, y el deber de contribuir al desarrollo. Solo por eso ya resulta superior.

También, quienes trabajan en el merendero de la esquina donde en ocasiones compra golosinas, celebraron las propuestas al ver su labor de cuentapropista reflejada en el texto, hecho que no ocurría con la vigente de 1976.

Así pasó con su maestra, la doctora del consultorio, el pastor de la iglesia cercana y hasta aquella anciana de casi cien años quien asegura que se trata de la mejor constitución de su centuria.

A todos ellos vio Cari este domingo ir bien temprano al colegio, con una sonrisa y la mano firme al tomar la boleta para ejercer su voto secreto.

Hasta allí fue el mensajero de la cuadra, en su bicicleta, para ser el primero, antes de que el sol saliera; la dependiente de la tienda cercana, contra el tiempo para abrir en hora el establecimiento, el científico, con espejuelos y aire despistado, el poeta noctámbulo que le escribe a las estrellas…

Y a la anciana del doblar, impedida de caminar por el achaque de sus años, ella misma, junto a la presidenta del colegio electoral, le llevó una boleta y una urna sellada, para que nadie quedara fuera, ni por enfermedad o alguna imposibilidad.

Cari tal vez sea pequeña pero sabe que en otros lugares esto no pasa, y en lugar de pioneros son soldados de fiero semblante y largas armas quienes custodian el voto, cuando se realiza, pues muchas veces los que mandan deciden las leyes sin tomar en cuenta a los de abajo.

En este proceso de referéndum constitucional esta joven pionera no votó pues aún no cuenta con la edad suficiente, pero desde su lugar junto a la urna tiene claro cual sería su elección en una boleta.

Quizás quién mejor resumió su opinión fue su abuelo cuando al votar le dijo a la nieta “Yo estoy votando por mi país y lo logrado en estos 60 años, pero también lo estoy haciendo por ti, por tu futuro y tu sonrisa”.

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