jueves, 5 de enero de 2017

Matanzas: 323 años de magia



Matanzas ya tiene 323 años y quienes se pierden en sus calles sienten las voces de un pasado muy presente en cada puente y río donde resuenan sus siglos y el encanto único de la más moderna de las ciudades antiguas.

Ya van 323 años y no es un secreto que sus arterias acuosas tejen una magia extraña, y envuelven a quienes la habitan, mientras los acompaña como un recuerdo imborrable, a donde quiera que vayan.

Tres siglos son y cada esquina guarda un secreto, una historia irrepetible, asombrosa por su realidad maravillosa; mientras la ciudad avanza, como sus aguas.

Porque Matanzas se parece a sus ríos. Tan pausada es su vida que pareciera que duerme, tal y como la india que sobre las faldas del monte espera frente a la bahía.

Pero como el Yumurí, sus profundidades tienen ímpetu, que lo hace avanzar, siempre hacia el mar, siempre hacia la bahía.

Y no es solo la ciudad. Su gente también es así: bohemia y reposada, con ojos de soñadores y corazones de poetas. Su alma lleva la nostalgia del atardecer sobre las aguas, de las nubes contra el sol en un cielo nublado, y la de un pájaro negro que regresa, todas las noches, a su rama en el Parque de La Libertad.

Pero ambos, ciudad y habitantes, también tienen fuerza y empuje, y esa capacidad yumurina de superar los obstáculos de su camino con una sonrisa en los labios, por una meta, por un destino, tal y como los arroyos fantasmas que con galope feroz recorren aceras, calles y hasta casas después de una lluvia.

Matanzas ya tiene 323 años pero a pesar de sus aires de hechicera antigua, su corazón espera una aventura, pero sobre todo, busca compartirla con nosotros, los que cada día recibimos su magia y belleza.

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