miércoles, 8 de marzo de 2017

Las gracias de un pueblo





Como hija de Matanzas, la poetisa Carilda Oliver Labra posee muchas historias. El lector, a veces ignorante, mezcla con el paso del tiempo las leyendas y verdades existentes, pero para la moradora de Tirry 81 algunas permanecerán siempre inalterables.


Una de estas vivencias únicas constituye aquel encuentro de la autora desordenada por el amor con Fidel Castro un 5 de marzo inolvidable hace ya 2 décadas.


No era la primera vez que coincidían. En la Uni­ver­sidad de La Habana, cuando la matancera cursaba el tercer año de la licenciatura en Derecho, Fidel empezaba sus estudios y ya destacaba por sus dotes de orador y forma de ser, aunque entonces nadie podría imaginarse su futuro.


Sus caminos no se cruzarían nuevamente hasta la publicación enla revista Life de la entrevista del periodista norteamericano Herbert Matthews donde se demostraba la existencia de una fuerza rebelde en la Sierra dispuesta a luchar.


En ese momento, al Carilda reconocer al compañero hecho guerrillero, la alegría la obliga a escribir, de forma “casi convulsiva” como dijera ella misma, las décimas de su Canto a Fidel,ese humilde tributo al guerrero y al hombre.


“Era un canto repleto de ilusión, un llamamiento a la guerra lleno de amor y romanticismo, con una pasión ilusionada, repleta de fantasías.


“Pero también constituía un poema de paz escrito por una joven para un rebelde también pleno de juventud que soñaba con la libertad y sacrificaba lo mejor de su vida por la causa; yo quería sencillamente contribuir con mi granito de arena”, diría años después la Premio Nacional de Literatura.


Aquellos versos,los primeros en cantarle al líder del Moncada y del Granma, poco a poco salieron de las paredes de la casona familiar para circular de mano en mano, hasta subir a la Sierra Maestra en un zapato.Allí Violeta Casal, a través de Radio Rebelde, los da a conocer a toda Cuba durante la inauguración del Tercer Frente Mario Muñoz.


Sin embargo su publicación tendría que esperar hasta el 7 de enero de 1959, cuando, tras el triunfo revolucionario y durante el paso de la Caravana de la Libertad por la provincia, el periódico ma­tancero El Imparcial publica por primera vez la balada rebelde, y más tarde lo hacen revistas y otros medios de prensa. Se vuelve el homenaje de un país a sus héroes.


Es entonces que llega el 5 de marzo de 1997, aniversario 40 del Canto a Fidel.


Mientras la ciudad e intelectuales de diversas tallas celebraban las 4 décadas de los versos, el Comandante reservaba para la cantora de Matanzas una sorpresa inigualable: un encuentro entre el autor y su musa.


El momento transcurrió en la tarde noche de ese mismo día, en una reunión inesperada e íntima, donde el tiempo volaba con laamena conversación entre viejos amigos,matizada en ocasiones por las palabras del pintor ecuatoriano Os­waldo Gua­yasamín.


Recuerdan los pocos allí presentes muchas cosas; la caballerosidad de Fidel siempre atento con Carilda, la sonrisa de esta ante el hombre que aun con el peso de largos años de lucha se mantenía cargado de ilusiones, el abrazo pedido por una periodista, el saludo a las mujeres,…


Hubo espacio para hablar de dietas, ejercicios, poemas, historias y cuanto quisieron los presentes conversar; y antes de darse cuenta, el tiempo había pasado y la ocupada agenda obligaba a la despedida, pero eso no impidió las palabras de alabanza para el valiente poema y su autora, expresión de sentimientos patrióticos e intelectuales, y un canto guerrillero,tal y como resumió Fidel antes de marcharse.


Así terminó un día único e irrepetible lleno de recuerdos más fuertes que el tiempo y la memoria, de donde nunca desaparecerán.


Para aquella que escandalizó a la ciudad de los puentes con su lírica,la huella fue profunda, más allá del alcance de las palabras, pues, como confiesa en varias entrevistas, hacía tiempo que Fidel había escapado de su humilde poema, donde ya no cabía por su gesta y obra.


Por esta razón este 5 de marzo, cuando se cumplan los 20 años de aquel momento inolvidable, y los 60 del poema que dio inicio a todo, las palabras sobran, pues como en los versos, las gracias de un pueblo a los suyos constituye el mayor regalo.

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